Para empezar, siempre que sea posible debemos usar bombillas ahorradoras de luz blanca. Estas bombillas iluminan mejor las estancias y consumen la mitad - o menos - que las bombillas convencionales.
Las hay de distinto tamaño y potencia.
En las estancias principales como el salón debemos tener alta iluminación. Usaremos bombillas de alta potencia para tener toda la estancia bien iluminada.
Las lámparas regulables son adecuadas si desamos variar la intensidad de luz según nuestras actividades.
Los despachos, áreas de trabajo o de estudio deben de estar iluminados adecuadamente.
Las mesas deben aprovechar la luz natural, estando cerca de las ventanas si es posible.
De no ser así nuestra iluminación debe cubrir todas las necesidades. Para ello debemos tener lámparas y focos cerca de las zonas de trabajo o de lectura. De esta forma no exigiremos a nuestros ojos más de la cuenta.
En la cocina es habitual tener fluorescentes pues la estancia estará iluminadas por largos periodos de tiempo. Dependiento del tamaño 2 o 3 fluorescentes son la norma.
También podemos iluminar la estancia con unos focos potentes. Preferentemente, deben de ser ahorradores para consumir menos.
Hay que tener la estancia bien iluminada para evitar fatiga en los ojos a la hora de cocinar o realizar otras tareas en la cocina.
En el baño debemos de tener al menos 2 o 3 bombillas. Una debe iluminar desde el techo, otra debe iluminar el espejo del lavadero - o pueden ser dos bombillas pequeñas. Si es preciso debemos de tener alguna bombilla más, dependiendo del tamaño de la estancia.
Finalmente, el dormitorio debe estar iluminado cálidamente. Es mejor usar luz amarilla que blanca.
Se recomienda que sea regulable y que hayan interruptores cerca de la cama además de en la puerta.
Las luces de lectura (de color blanco) pueden estar en las mesitas de noche.